lunes, 9 de mayo de 2011

El misterioso crimen de la cloaca

Por: Pedro Socorro.

Las Palmas se despierta a fines de 1900 con el hallazgo de un cadáver en una fosa séptica de San Telmo

El corazón le dio un vuelco. ¿Qué era aquello? El operario municipal José García Rodríguez no salía de su asombro aquella mañana del 26 de octubre de 1900. Los restos de un cadáver estaban dentro de la cloaca situada en San Telmo que arreglaba tras un hundimiento. El hecho produjo gran revuelo en la ciudad, prestándose a generales comentarios por el hecho de que se trataba de un crimen cometido en un sitio tan céntrico -la vía más concurrida de Las Palmas- y a las puertas del Gobierno Militar, sin que nadie se diera cuenta. "¡Cristo bendito!" -pensó el obrero-. "¡Debo advertir a la policía cuanto antes!". Poco tiempo después se personó en el lugar el titular del juzgado de Triana, Celso Torres, acompañado de su secretario y una pareja de guardias civiles de poblados bigotes. Al pie de la cloaca comenzaron las diligencias del caso con el interés natural que despertaba tal suceso, visto con gran apasionamiento por el público y la prensa, sobre todo España y Diario de Las Palmas, que diariamente aportaban nuevos datos y demasiadas conjeturas.
Una de las primeras decisiones de su señoría fue dirigir un telegrama al gobernador civil, "a fin de que por los cargos dependientes de su Autoridad, incluidos los alcaldes de Gran Canaria, La Palma, Gomera y Hierro, se practiquen diligencias con toda urgencia, al objeto de averiguar, si de dos años a esta parte, ha desaparecido de su respectiva localidad algún individuo, sea español o extranjero, cuyo paradero se ignore y se presuma que haya sido muerto violentamente".
Entretanto, cinco o seis paladas bastaron para extraer los restos humanos de la fosa séptica. Era como si supiera que aquello estaba allí, esperándolo. José García sacó con fuerza y arrastró los restos hasta el borde de la cloaca. Luego serían depositados en el Museo Canario. Luis Millares Cubas (1861-1925), médico del hospital San Martín, además de escritor y humanista, quedó encargado de reconstituirlo y comprobó que se trataba de un hombre de baja altura, de unos treinta años, estimándose que una arma blanca pudo ocasionarle la muerte. Esa fue, al menos, la información facilitada por el periódico España. "El cráneo no presenta lesión de importancia; en cambio, aparece cortada una de las costillas inferiores del lado izquierdo en la parte conocida vulgarmente por el vacío. Según opinión facultativa, dicha herida, aunque debió ser mortal, no pudo ocasionar la muerte instantánea, fuese la hemorragia interna o externa. La víctima pudo vivir dos o tres horas a menos que la herida que cortó la costilla fuese dirigida de abajo hacia arriba, interesando el corazón", señalaba.
Al principio se rumoreaba de un súbdito inglés, de buena posición económica, porque en el fieltro de su sombrero tenía impreso London, y también porque la tela de su americana era de superior calidad. La prensa llegaba más lejos en sus previsiones y hablaba de que podría tratarse de Mr. Thomas Blisset y Olmes, representante de una casa frutera que se había establecido en Telde el año anterior y cuyo paradero era desconocido. "Recuérdase que el 25 de Mayo del año pasado, dicho señor desapareció de esta isla siendo infructuosas todas las gestiones hechas para localizarlo. A fines del año pasado se presentó, procedente de Londres, una mujer que vivía con Mr. Blissel, llevándose todos los muebles de valor de la casa, que había permanecido cerrada desde aquella fecha, muebles cuyo coste se calcula en 40.000 pesetas", añadía el cronista de España. Pero esas noticias carecían de absoluto fundamento, pues un comerciante de Las Palmas, que realizó un viaje a Inglaterra por aquellas fechas, manifestó más tarde al juzgado que encontró a Mr. Blisset en Liverpool y que habló con él en diferentes ocasiones. El caso engrandeció el misterio.
Se recordaba, por otra parte, que meses antes, concretamente en junio de 1899, se había visto un charco de sangre en los cimientos de una casa de la calle Triana, propiedad de Manuel Caballero, cuyo rastro siguió su curso en dirección a la calle San Telmo, y que por esa época se notaba también un fuerte olor que duró una semana y del que muchos vecinos de las calles de Triana y Pérez Galdós se habían quejado a las autoridades.
Un perro inglés
Olvidado Mr. Blisett se habló de otro inglés que se alojaba en el cercano hotel Europa y tenía un perro similar al que cada noche rondaba la cloaca. Fue cuando Mr. A. Gerber, dueño de la Librería Internacional, situada en la esquina de San Telmo, notó que todas las noches un perro aullaba lastimosamente, mientras escarbaba en la tierra que cubría la cloaca donde fue hallado el cadáver. Molesto por los ladridos del animal que no le dejaba conciliar el sueño, se levantó como un resorte de la cama y salió en busca del sereno municipal. Afuera la noche era aún oscura y hacía un frío invernal. El responsable de hacer la ronda se encontraba con su vara y silbato al principio de Triana, departiendo con un carretero. El sereno Pedro Alemán arrojó varias piedras al can, que huyó a toda prisa y ya no volvió al lugar.
Curiosamente, días después apareció en la villa de Teror un bonito perro de raza inglesa, de color blanco, y con manchas canelas sobre las orejas y el hocico, cuyo valor, en Londres, se estimaba en unas quince libras de esterlinas. Dicho animal estuvo vagando durante días por las calles de aquella villa hasta que fue recogido en la casa de don Juan Jiménez. Un día, uno de sus hijos, que se había educado en Londres, se le ocurrió halagar al animal hablándole en inglés, siendo vivísima la alegría que notó en el perro, que hasta entonces había dado señales de tristeza, lo que se presumió que su antiguo dueño era inglés.
Pues bien, el juzgado encargado del caso consideró de interés para el sumario contar con la presencia del perro, y se trajo a la ciudad. Cual perro policía lo llevaron hasta la cloaca donde se hallaron los restos y luego a la casa de Triana, lugar donde se descubrió restos de sangre. El perro estuvo olfateando durante un tiempo; y al día  siguiente fue llevado a todas las fondas y hoteles de la capital y del monte por si alguien recordaba a su dueño. Esta prueba practicada no dio resultado concreto, aunque un empleado del hotel Cuatro Naciones dijo recordar haber visto un perro casi igual, que llevaba un señor, al parecer inglés, hace más de un año, por la carretera de El Monte. También en el hotel Metropole alguien manifestó haber visto el mismo perro hace año y medio, y cuyo propietario era un caballero inglés, pero no pudo precisar más datos.
En Las Palmas no se hablaba de otra cosa. Otras fuentes recordaron la celebración de un baile en el Risco de San Nicolás, al que había asistido un inglés que bailó varias piezas musicales con una joven, objeto de su atención y sus obsequios. 

http://www.canariasinvestiga.org/blog_sucesos_historicos 

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