jueves, 2 de febrero de 2012

El reino de Sardina de Gáldar

La cala galdense fue durante el siglo XIX la 'capital del mar' desde Arucas a Mogán

 
GÁLDAR
Corría el año 1478, en pleno frangollo de la Conquista de Gran Canaria, cuando llegó a las costas de Gáldar un marino portugués con ánimo de colarse por retaguardia en el proceso. Era el almirante Sardinha, cuya mayor aportación consistió en dar el nombre de Sardina a una de las playas más emblemáticas del Norte, según la opinión de varios historiadores, incluido el cronista oficial del municipio, Juan Sebastián López García.

Sardina de Gáldar, que desde finales del pasado año se encuentra celebrando el centenario de la ermita de San Telmo, templo que marca el inicio del poblamiento, fue durante siglos uno de los principales puertos de la isla -"de los 400 barcos que recalaron en Santa Cruz de Tenerife en 1778, 79 procedían de Puerto de la Cruz; 76, de Gáldar; 65, de Las Palmas y 51 de Agaete", según el autor Francisco Suárez Moreno-, y su historia tiene la misma impronta que una travesía por el océano. Gigantescos maromos (o mantarrayas), varados en sus arenas; marrajos de escalofriantes portes o galernas capaces de botar un puerto no son leyenda sino realidades retratadas y que han sido documentadas por Marcelo González Pérez, comisario de la exposición que se muestra estos días en la calle Capitán Quesada de Gáldar.

Sardina hoy, con una población en torno a los 4.000 habitantes y que curiosamente permaneció despoblada desde la Conquista hasta principios del siglo pasado, era el punto de partida y entrada para el comercio con Europa y también hacia el puerto de Santa Cruz o de La Luz y de Las Palmas. En Tenerife se plantaba un bergantín que largara velas desde Gáldar en unas cinco horas dependiendo de la ventolera y fue así como, según el cronista oficial, se mereció el título de 'puerto de primera de tierra' con capitanía propia.

Creado en 1859, el 'reino marítimo de Sardina' abarca desde Mogán hasta Arucas, e incluso el antiguo puerto de Las Nieves, hoy el segundo de Gran Canaria, dependía de este distrito marítimo como recuerda una placa alicatada a la antigua sede de cosa tan principal, en la calle Tasarte con esquina a Reina Arminda.

Pero esta Sardina en salmuera también vivía fuera del agua. Y por encima de la cala se sucedían los cultivos, desde la ya casi prehistórica caña de azúcar y orchilla, a las más contemporáneas plataneras, tomateras, y por penúltimo de fallidas flores, dándose el caso que la población que vino a dar cuerpo al lugar era más de semillero que de anzuelo, y así gran parte de sus habitantes son hijos y nietos de los altos de Gáldar, especialmente de Caideros, todos con igual garbo lo mismo para pincelar surcos con una raspadera que para fondear un buen trasmallo.


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