viernes, 1 de junio de 2012

El Peñón del Fraile, una roca gigante que vomitó el volcán

PEÑON FRAILE-PUERTO DE LA CRUZ SIGLO XX
El Peñón del Fraile, a principios del siglo XX.- Foto: cedida por la Fundación para la Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía de Canarias (FEDAC).- AUTOR: ANÓNIMO
AGUSTÍN M. GONZÁLEZ | Santa Cruz de Tenerife
La erupción de 1430 abrió en canal el Valle de La Orotava y formó tres conos volcánicos alineados: Las Arenas, La Montañeta y la montaña de La Gañanía. Los característicos riscos de Punta Brava o San Telmo, que adornan la costa portuense, son fruto de esa erupción, al igual que el denominado Peñón del Fraile, una gigantesca roca volcánica que descendió rodando en medio del río de lavar hasta enfriarse encallada a pocos metros del mar, en lo que entonces era un páramo costero, alejado de la población, que terminaba en La Ranilla. Hoy esa gran roca sobrevive camuflada en medio del paisaje urbanizado, adosada al campo de fútbol al que da nombre, y muy cerca de una hermana menor, La Peñita, más discreta y escondida en su barrio homónimo.
Hasta principios del siglo XX el Peñón permaneció solitario y aislado frente al mar, como un centinela. Se le llamó Peñón del Fraile porque a comienzos del siglo XVIII un religioso natural de Icod, de nombre Juan de Jesús, solía subir con frecuencia a lo alto de la roca para aislarse en oración. Cuenta la leyenda que en una ocasión el fraile colocó en la cima una pequeña cruz hecha con verodes, y a la mañana siguiente apareció todo florecido. Seguramente por eso, en 1813, y según narró el cronista José Agustín Álvarez Rixo, el regidor Luis Lavaggi, de procedencia genovesa, tuvo el capricho de hermosear el Peñón con una escalinata de piedras y un pequeño terraplén en su cúspide, adornado con una enorme cruz verde con perillas de bronce. Gastó en la citada obra “cosa de tres mil pesos de su caudal”. En mayo de 1855 comenzaron los trabajos para añadirle al Peñón las seis columnas y el característico templete que en la actualidad protege la cruz. Los trabajos fueron dirigidos por Antonio González Real, alcalde constitucional, y Antonio Perera López, primer teniente de alcalde, además de constructor y rematador de obras. En marzo de 1860 se terminó de techar el templete. En 2003 fue restaurado con una nueva cúpula de bronce.
Existe otra leyenda según la cual en alguna de las grietas de la roca el pirata Caraperro escondió un tesoro que nunca pudo recuperar, porque un comerciante irlandés que lo descubrió se apodero de él y desapareció para siempre.
En 2013 se cumplirán 200 años de aquella loable iniciativa de Lavaggi, que convirtió la gran roca volcánica en un símbolo de Puerto de la Cruz.

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