sábado, 4 de junio de 2011

Tibicena, la leyenda Guanche



Si este ser era autóctono de las islas o fue importado, dentro de las creencias de alguna de las oleadas aborígenes que fueron llegando al archipiélago, se desconoce.


La rica cultura Guanche nos ha legado esta inquietante leyenda que no deja de tener sus connotaciones misteriosas. Los habitantes de Canarias creían en unos perros negros, grandes y lanudos que encarnaban el mal. Demonios de forma canina que solían presentarse al caminante solitario protegidos por la oscuridad de los barrancos.



Siendo considerados seres del inframundo y del entorno de los espíritus, los antiguos aborígenes les temían y por ello les rendían culto con pequeños sacrificios, ante pequeñas imágenes, exvotos e ídolos de terracota y barro cocido, como los encontrados en la aldea de San Nicolás, Barranco de Guayedra, en Agaete, y San Bartolomé de Tirajana, en la isla de Gran Canaria.



En la religión prehispánica, la mujer tenía un peso específico muy importante. Las harimaguadas eran vírgenes y sacerdotisas dedicadas a los ceremoniales religiosos. Hacían predicciones de futuro y en unos rituales llamados gucanchas, invocaban al demonio, el cual se solía presentar en la mayoría de las ocasiones con forma de perro grande y lanudo.

Ante la aparición del tibicena hacían ofrendas y sacrificios, con la incineración de perfumes vegetales que realizaban con resinas y plantas del entorno.


¿Pero qué eran exactamente los tibicenas?


Para los aborígenes guanches de la isla de Tenerife estos perros demoníacos eran los hijos del demonio o diablo (Guayota), el dios maligno oscuro. Según las creencias guanches, un día el demonio Guayota raptó al dios Magec, el sol y lo llevó consigo al interior del volcán del Echeyde (Teide) en Tenerife, y sumió al mundo en las tinieblas hasta que Achamán (dios del cielo) lo rescató. Durante aquella larga noche nacieron los Tibicenas. Aparecieron sin que ningún rastro los atrajese, huyendo del dañino sol, hicieron de las cuevas y los fondos de los profundos barrancos su hogar, escarbando en lo profundo de las montañas durante el día, en su afán de huir de la luz.



Según numerosos investigadores, los tibicenas, también llamados Guacanchas (Tenerife) serían seres demoníacos o malos espíritus que en numerosas ocasiones podían adoptar incluso la forma humana, también modificar sus características o desdoblarse.


Son muchos los barrancos o parajes solitarios en los que todavía no existe iluminación. Eso hace que sean lugares propicios para la aparición de estos seres. 

Existen muchos testimonios de apariciones de esta especie de yeti, incluso a día de hoy, en pleno S. XXI.



A mediados de los años 40, un vecino del Barranco de Mogán, en la Isla de Gran Canaria, se dirigía desde su domicilio a las tierras de labor que explotaba barranco arriba, en horas anteriores al alba para comenzar su jornada rutinaria. Aún era de noche, pero esta vez se iba a encontrar con una sorpresa en un camino que conocía bien. Al llegar a un pequeño paso se topó con un cerdo de medianas dimensiones, extrañándole porque su cuerpo estaba provisto de abundante pelo negro brillante como el azabache. Tras observar absorto al animal, reconoció a alguien conocido. En un momento dado, el cerdo le habló: " Tú sabes quién soy yo"... transfigurándose en el acto en una mujer que conocía bien, pues era vecina del entorno rural donde habitaba. Nuevamente la mujer se dirigió a él diciéndole... " No puedes contarle a nadie quién soy; este secreto lo tendrás que llevar contigo a la tumba, o sino tu familia lo pagará".



En el libro de Domingo García Barbuzano, "La brujería en Canarias", hay también un testimonio sucedido en 1922 en el Valle de Guerra, en Tenerife, donde Seña Ángela, que contaba con 10 años de edad en aquel entonces, se encontró de noche con otro extraño tibicena en el lugar denominado La Cruz de Tagoro. La testigo iba en una ocasión con una amiga tras recoger un farol para ayudar en las labores de empaquetado de tomate en Las Toscas de Abajo. Seña Ángela recuerda perfectamente como esa noche, tras buscar el farol, vio en La Cruz de Tagoro un perro inmenso; sus ojos eran rojos y se clavaron fijamente en ella. En este caso, el tibicena era de color blanco.



Otro caso ocurrido cerca de Aguimes, Gran Canaria, en 1968 : un jornalero se topó con un perro blanco de enormes dimensiones al que tuvo que mantener alejado arrojándole piedras hasta llegar a su casa.


 

Lo cierto es que pese a que los encuentros con tibicenas son abundantes y han provocado temor a los testigos, es curioso el hecho de que no se tiene constancia de ningún tipo de ataque a las personas. Se diría que estos seres se limitan solamente a asustar.

No siempre adoptan la figura de perro, hay personas que han visto tibicenas con forma de cerdo, gato...pero generalmente sus ojos son siempre rojos, las dimensiones nada corrientes, y desde luego logran asustar a quienes los ven.




Quizás sean los guardias de las islas, al igual que los dos canes que custodian el escudo de Canarias, o... quizás estos enigmáticos seres que cabalgan entre dos realidades, sean efectivamente seres maléficos que tratan de asustarnos por alguna razón que no conocemos...



Pero no sólo han aparecido extraños animales en Canarias, en marzo del 2005 una pantera fantasma llegó a atacar a un hombre en Londres, desapareciendo después sin dejar rastro ante el asombro de las autoridades.

¿Quiénes son realmente estos seres, y qué pretenden? ¿Mito o realidad? ... Quizás algún día lo sepamos!!

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