viernes, 1 de julio de 2011

EUFEMIANO FUENTES( INCOGNITAS)

¿ Dónde está Eufemiano Fuentes?


En 1976 fue el caso más sonado de todas Canarias. ¿ Fue realmente secuestrado Eufemiano Fuentes o ingenió él mismo toda una maquinaría para huir del país?

Hay muchas hipótesis al respecto. La más llamativa es que él mismo gestionó su propio autosecuestro para huir de la mafia del narcotráfico y de un oscuro pasado represor y falangista que con la llegada del la transición española se pondría en tela de juicio.

Desde un principio se inculpó a Ángel Cabrera como autor del secuestro y posterior asesinato ( aunque nunca se encontró el cuerpo) Éste estuvo huido de la justicia durante más de 13 años y cuando volvió no dijo nada. Sólo pidió antes de ser encarcelado que el gobierno cumpliera con lo prometido. Salió de la cárcel en el 2005 para morir de una enfermedad terminal dos meses después. Pero¿ sabe alguien donde ha estado todo este tiempo el famoso industrial Eufemiano Fuentes, si es que aún sigue vivo ( harto improbable) ?
Se admiten toda clase de sugerencias y comentarios al respecto. 

Eufemiano Fuentes



Eufemiano Fuentes nació en 1911 en el seno de la burguesía canaria. Estudió en los mejores colegios de Inglaterra. Era un tipo listo y sin escrúpulos que perteneció a las famosas “brigadas del amanecer” comando falangista que se dedicaban a ejecutar durante los años cuarenta a todos los republicanos y “rojos” de las islas. Una de sus hazañas más conocidas era sacar a punta de pistola de sus casas durante la madrugada a los considerados republicanos e izquierdistas y conducirlos en barcos con la intención de llevarlos al penal de Cadiz. Sin embargo, nunca llegaban porque en altarmar y con las manos atadas, los tiraban al agua al grito de “al agua patos”.
Su carácter intrépido le llevó a hacerse de oró con el negocio del agua y de las inversiones hidraúlicas en la isla, al punto de poder comprarle a sus hermanos la parte de la fábrica de tabacos que heredó de su padre. Pronto hizo un imperio de ellas, siendo un símbolo en canarias las marcas Kruger o Condal, llegando incluso a vender tabaco importado de Cuba y hecho en Canarias a los americanos.
Su punto débil, no obstante, eran su su descontrolada líbido, lo que le granjeó no pocas enemistades en la sociedad isleña. Sus conquistas extramatrimoniales, voluntarias y forzadas eran vox populi. Era común que llegara y cerrara un burdele para él y sus amigos, pero esto no le bastaba, se distinguió por escoger a su antojo de entre sus trabajadoras de las fábricas de tabacos a las más jóvenes y vírgenes . El derecho de pernada se instituyó de nuevo con él.
Para acallar a algunas voces que se alzaban se constituyó en un "benefactor" dándole al pueblo lo que quería: creó un club de fútbol, el “Marino C.F”, promovió con la mayoría de su capital económico el Estadio de las Palmas, llamado también durante muchos años “Estadio Eufemiano Fuentes” , fundó un club de lucha… y mientras tanto practicaba el golf en el Bandama, viajaba en barco a Biarriz, Florida, Los Ángeles… con su yate de lujo de nombre "vencedor".
Pero Francó murió y con él acabó su inmunidad, comenzó a ser investigado por hacienda, la industria del tabaco decaía por la introducción del tabaco americano. A esto, hay que añadir que era alérgico a los nuevos aires políticos donde era visto como un sátrapa, temiendo en cualquier momento ser juzgado por crímenes de guerra. También se habló en la época en no pocos círuclos que, en aras de expandir su imperio y, con la ayuda de su yerno mejicano, llegaban en medio de los fardos del tabaco, la droga blanca que penetraría por esa época en las islas.
El nacionalismo canaria comenzó a emerger en el 76 apareciendo el nombre de Eufemiano en la revista nacionalista “P’adelante” como uno de los mayores crimales de guerra. El imperio Eufemiano se tambaleaba, denostado políticamente, investigado por el gobierno, amenzado por la mafía.¿ Tenía razones para huir? 

El Secuestro



Eufemiano Fuentes fue secuestrado en la mansión de las Meleguinas el día dos de junio de 1976 a las cuatro y media de la madrugada.
Un hombre moreno, delgado, de unos cuarenta años de edad, quien se identificó como yerno de la víctima, manifestaría horas más tarde en la comisaría de policía de las Palmas que se lo habían llevado a punta de pistola y usando su propio vehículo como medio. Mientras prestaba declaración, su mujer, hija de Eufemiano, telefoneo a su vez a la comisaria de policia para notificar que los asaltantes habían llamado a la casa, comunicándoles que había una nota manuscrita en la biblioteca. La nota decía que no le harían ningún daño a su padre mientras se cumplieran las instrucciones, exigían para el pago del rescate novecientas mil dólares. Lo habían firmado como Rojo 13.
Poco antes del amanecer se personaron en la vivienda del industrial, el inspector Acosta y cuatro agentes de policía. Una verja de dos metros se abre ante los agentes. Acosta, reparte instrucciones a sus hombres y le pide al guardián que le enseñe la vivienda. Montan en su coche él y otro policía, que sin dejar de mirar tras de los cristales, no puede evitar un silbido de admiración ante la inmensidad de lo que tiene delante de sí.
La Mansión de las Meleguinas no puede abarcarse con los ojos. Hay que recorrerla en coche por una carretera asfaltada dentro de la finca. La vivienda construida en distintos niveles es una de las mayores mansiones de la isla. El inspector señala en su cuaderno la dificultad de acceso dada la altura de los muros que la rodean. En el camino se encuentran con una finca de naranjos, una pista de tenis, la piscina, dos construcciones más para el servicio y para la maquinaria, y otras dependencias de las que va tomando notas. Después de casi veinte minutos llegan hasta los garajes, para entrar por una de los salones a la vivienda.
La dueña de la casa, visiblemente afectada le está esperando en uno de ellos. El inspector remarca que la mujer sufre de una parálisis facial en un lado de la cara. Le tiende la mano señalándole un sofá. La mujer comienza a explicar lo sucedido, cómo se despertó, debido a un sobresalto en la cama que dio su marido y vio a un hombre apuntándoles con una pistola, pidiéndole a su marido que se vistiera y se fuera con él.
- ¿Dijo algo más el secuestrador? Preguntó el inspector mientras apuntaba en su cuaderno.
- Sí, -respondió la mujer - yo le pregunté a mi marido si me iban a llevar a mi también, y ellos respondieron que no, pero que no llamara a la policía porque sino lo matarían.
- Muy bien, señora, no se preocupe, vivimos en una isla, no van a salir a ninguna parte.
- Ah, también … vi – las palabras se ralentizaban, efecto quizá del tranquilizante que había tomado, pensó el inspector.- cuando salí del dormitorio había una bombona de gas abierta en la sala contigua al dormitorio.
- Muy bien, oyó usted algo más.
- Sí, cuando entre al baño, desde la ventana oí a uno de los hombres decirle a mi marido que arrancara el coche.
El inspector apunta en su cuaderno esta nueva información. Luego interroga uno a uno a todo el personal de servicio. Sin embargo, no puede obtener ninguna ayuda de ellos. Nadie oyó nada durante la noche.

El camión de la basura


Ramiro Betancourt conducía el camión de la basura como cada día desde hacía ya veinte años. Podría hacer el recorrido con los ojos cerrados. Era un hombre fuerte. Se necesitaba fuerza y temple para llevar toda la vida en el mismo puesto sin cansarse. Era una persona tranquila, de campo, estaba orgulloso de su trabajo y lo hacía con entusiasmo cada mañana. Todo los días hacía el mismo recorrido, salía de la central con Tomás e iba a buscar a Juan Pérez a Pino Santo, donde empezaban la ronda por todos los barrios. Hoy estaba especialmente cansado. Le quedaban exactamente 28 días y 8 horas para coger vacaciones. Esto era lo que le contaba esa noche a Tomás, que permanecía adormilado en el asiento contiguo, mientras atravesaba la carretera de las Meleguinas.
Fue al salir de la curva cerrada cuando vio luz en la carretera a la altura de la casa de Eufemiano e instintivamente, aminoró la marcha. Le dio tiempo a avisar a su compañero con un codazo antes de sobrepasar la casa para que viese lo mismo que el veía. La luz de la verja de la mansión de Eufemiano estaba encendida. Su cadillac, azul y plata, estaba aparcado fuera. Entonces lo vio salir, vestido con una bata, cerró la verja tras de sí y se subió al asiento contiguo del piloto. Ramiro Betancourt continuó el trayecto por el puente hasta Pino Santo.
Fue en la cafetería de Santa Brígida donde oyó por primera vez la noticia. Había un revuelo desconocido entre la gente que se arremolinaba delante del periódico. El dueño del bar fue el primero que se lo dijo. Al principio creyó que era una broma, pero nadie bromeaba en el pueblo con Eufemiano. Juan Perez, con los ojos muy abiertos le acercó el periódico, en la portada aparecía la foto de Eufemiano Fuentes. En grandes titulares se podía leer “Eufemiano Fuentes Secuestrado”.
_ No puede ser… pero si lo vimos esta madrugada.
En el bar la gente y algunos de la calle que habían entrado a curiosear lo que pasaba miraron al unísono a Ramiro. Tomás se apresuró a contar lo sucedido, recalcando que, aunque él estaba medio dormido, también lo vio salir de su casa, por su propio pie y meterse después en el coche.

El inspector Acosta hizo un par de llamadas a la comisaría y debió responder a unas cuantas de las altas jerarquías, así era como llamaba él a los Cargos de Madrid. A mediodía llegaría el delegado para Canarias de la Seguridad Nacional, debía ir a buscarlo al aeropuerto y exponerle los antecedentes. Al cabo de media hora recibió otra llamada, por la tarde vendrían refuerzos, esta vez era la brigada Central de Madrid, que también volaba para las Palmas. No le gustaba aquello, pero no podía hacer nada. Donde mandaba patrón. Además este caso traería cola. Se encendió un cigarrillo. Dos perros husmeaban por los alrededores.
Cuando el Mejicano volvió a la finca le pidió que mirase a ver cuántos empleados habían faltado las últimas semanas a la fábrica de Eufemiano. Sin duda, eso podría traer alguna pista.
A las doce y media sonó de nuevo el teléfono en las Meleguinas. Era de la Comisaría: habían encontrado en una carretera secundaria el Cadillac de Eufemiano Fuentes.

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