lunes, 21 de noviembre de 2011

El origen del perro de aguas español (tercera parte)

 Las hojas de la adelfa, en forma de decocción, podría matar a un caballo, oveja o animal que lo bebiera y por supuesto a una persona. Así en una poesía del siglo de oro español de Alonso López Pinciano: Filosofía antigua poética XIII, 1595- Epístola trece y última, se lee;
"...No mortíferos hongos, ni otros tales,
No el phárico cruel y adelfa amarga
que imita a los laureles y rosales"
Los españoles sabían de las propiedades tóxicas y letales de esta planta, tal es así que cuando la invasión francesa, tropas galas que se dirigían a Sevilla cayeron envenenadas y muertas por una copiosa comida de conejos y aves, que habían sido preparadas con adelfas.
En la obra "Historia de las siete islas de Canarias", de Tomás Marín y Cubas, se dice que "...llaman tibicinas a las apariencias del demonio que muchas veces y frecuentes veces de día y de noche en forma de perros grandes lanudos..."
En la isla de la Palma a estos perros se les llamaba Yrune (Iruene). El Tedie, con grandes cavidades y cuevas eran entradas al infierno donde vivía desterrado este dios del mal. Los griegos por referencias de las islas canarias y en su mitología también hablaron de unas ovejas devoradoras de hombres, que no eran sino estos perros lanudos blancos o negros enteros.

También, existe una leyenda que relata que unos perros llamados Verdines fueron azuzados por los guanches contra los castellanos, siendo vencidos  por tan singular jauría de perros verdes (que no eran sino los grandes perros de aguas blancos pintados de verde, con tintes naturales, por los guanches y que causaron un pánico en las tropas recién avecindadas a la isla... Este color verde lo consiguieron entintando a los perros de lana blancos con el jugo de la sabia del árbol sagrado Drago y de una planta que llamaban tajinaste o lengua de vaca y que pertenece  al género de  echium. En Castilla la llamamos "vivorera"  Muchos perros salvajes, ovejas, cabras y guanches murieron debido al envenenamiento sistemático,  de los escasos pozos de agua dulce.
                 En la Península, los perros de aguas,  vivieron  mucho tiempo en zonas pantanosas, lagunas y marismas. El mito del perro "cancerbero"  podríamos decir que nació en las Canarias, ya que eran, para los guanches,  custodios del más allá y vivían en las cuevas volcánicas, que ellos identificaban con el mundo oculto y de ultratumba, siendo los perros los guardianes de las entradas a estos mundos misteriosos. Este perro suele tener las dos orejas de igual color pero distinto al de la frente o faz; por lo que, al no vérsele los ojos, en la distancia se creó el mito del perro de las tres cabezas (dos orejas de un color y la frente de distinto serían estas tres cabezas; ver a Greta  que los griegos incorporaron a sus mitologías. Los perros canarios o canes de ovejas y cabras eran valorados ya en la antigüedad y se exportan como un bien.  
                   Los guanches veían a estos perros como se peleaban entre sí, y como se atacaban y los que eran vencidos se quedaban  panza arriba. De la observación de como peleaban los perros y de sus reglas en sus peleas, sin hacerse daño se desarrolló la lucha canaria que pervive hoy en día (zoomímesis) Los canarios honraban así a su dios Iruene. Vean como pelean dos perros de agua jugando y lo comprenderán.   Más adelante, los guanches consiguieron domesticar algunos perros medianos y grandes y los entrenaron para cuidar los rebaños de ovejas y cabras. Los portugueses y los castellanos en sus enfrentamientos con los aborígenes canarios tuvieron que hacer frente a estos perros, fieles hasta la muerte, y que atacaban en defensa de sus dueños. Los incursionistas ante el  temor a ser mordidos,  llevaron jaurías de perros de presa, ya que estos habitantes combatían a semejanza de sus hermanos los íberos: iban al combate con sus perros pastores y se enterraban con ellos, cuando morían en singular lid. Las hembras al tener la cabeza más pequeña que los machos parecen que son de tamaño pequeño. Los españoles del siglo XV usaban perros guerreros vestidos con protecciones acolchadas. Estos perros de presas traídos dieron origen a la conocida raza de fila o presa canario; lo mismo ocurrió, en Brasil, donde nació el fila brasileiro.  También en las islas había, como queda dicho, perros de agua de tamaño mediano, y al igual que los de la Península su tamaño mediano se debía a la escasez de alimentos en las islas más pequeñas y al ser su comida preferida los conejos isleños. Al perecer en las guerras de conquista sus amos y quedarse sin dueños, algunos de estos grandes y medianos perros se asilvestraron, siendo perseguidos y cazados por estos perros foráneos y por el hombre, en especial, porque el culto a ellos y las ofrendas alimenticias a los salvajes y a estos perros cimarrones dejó de hacerse. En esta persecución de perros salvajes y los que quedaron sin dueños quedó extinguido el Gran Perro de Ovejas de Canarias.  Los portugués y castellanos se trajeron algunos perros cachorros, medianos, de vuelta a la Península, y fueron empleados como perros marineros, principalmente por Portugal (Câo de agua)  y como perros pastores en Castilla, y marineros en Andalucía y Norte de España. Estos perros traídos a la Península se  mezclaron con otros perros de aguas que había aquí. Los perros ya vivían junto con los íberos, quienes apreciaban a estos perros como talismanes, ya que por su pelo en forma de lana y su nobleza, era respetado como regalo de los dioses quienes lo habían creado con objeto de cuidar el ganado lanar y caprino, de su alma y del poblado... vencidos los íberos, los romanos no dejaron proliferar esta raza sublime. Ya que se pasó de una ganadería tribal y local a otra extensiva, tipo Mesta, y trashumante, que convergía en Roma y que reclamó otro tipo de perros que cuidará el ganado de día y de noche fuera de poblado y apriscos. Se sabe que los pueblos antiguos a sus perros con lana los esquilaban como ovejas, y no es descabellado pensar que con esa lana sus amos se hicieran mantos que utilizaban en rituales. También, el corte de pelo era un ritual para los íberos como señal de duelo, y no es extraño, por tanto, que ese manto, hecho con la lana del perro, tuviera un alto contenido simbólico. Es difícil encontrar restos de perros porque los íberos incineraban a sus muertos junto con sus perros.

http://elperrodeaguaespanolopdae.webs.com  

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