lunes, 2 de enero de 2012

95 años en la mar

Los ojos de Benigno Barreto, un pescador del Puerto de Tazacorte que lleva toda su vida faenando en el océano, han visto cómo su profesión ha pasado de alimentar a cientos de familias en este barrio pesquero a convertirse en una actividad en crisis y sin capturas.
MAIKEL CHACÓN, Tazacorte

En los últimos 95 años la sociedad ha cambiadomucho y son muy pocos los ojos que han contemplado en directo tan amplio periodo de tiempo y siguen entre nosotros casi un siglo después. Benigno Barreto es una de las escasas personas que pueden contarlo desde su propia perspectiva, la de un humilde pescador que lleva toda su vida vinculado al mar en el Puerto de Tazacorte, aunque nació en Tijarafe.
Benigno Barreto Hernández es el pescador más longevo de la Isla. A sus 95 años todavía sale con su pequeño barco a coger viejas. Los alumnos de Tazacorte conocieron cómo lo hace./ M.CH.
Hoy, Benigno es el pescador activo más longevo que tiene La Palma y su experiencia relata la transformación de una profesión que ha pasado de alimentar a cientos de familias a soportar una crisis sin precedentes.

Tras el encuentro con él en el muelle bagañete, surge la primera pregunta: “¿Qué tal se encuentra?”. La respuesta lo dice todo: “Yo me veo regular, estoy medio viejo ya, Con muchos años en las costillas”.

Esas palabras surgieron minutos después de enfrentarse a todo un grupo de alumnos de primaria que, dentro de los actos programados en la VII Jornadas del Mar, acudieron a su encuentro para aprender cómo se pesca una vieja.

Él sabe lo que se quiere escuchar. De inmediato se pone a hablar: “Desdemuy pequeño empecé a pescar, luego me fui al cuartel y cuando volví, muchos años después, seguí pescando. Siempre he trabajado en eso. He tenido 10 embarcaciones.

Conservo un pequeño barco en el que salgo a pescar a lugares que conozco en los que todavía se pueden capturar algunas viejas”.

Aún hoy, pese a su edad, sigue faenando la mar solo, sin compañía.
 Benigno, acompañado de su fiel perro

Echa al agua su pequeña embarcación y parte hacia el norte, en la costa de Garafía, en busca de esas zonas que denomina “de agua dulce”. En muchas ocasiones el trayecto se hace de noche, llegando a puerto de madrugada. Pero para Benigno esto no es ningún problema: “No hay peligro, si se me seca la boca me hecho un lingotazo de vino y es más llevadero”.

Cuando se le pregunta por la pesca es más contundente: “Las cosas han cambiado, antes había mucho más pescado en el mar. Con una caña, en cualquier esquina de la costa, cargabas medio saco de pescado. Ahora ya no hay pescadores como antes, yo ya voy por ahí y no conozco a nadie, a los chicos de hoy no les gusta la pesca”.

Benigno dice que tiene 23 hijos. A muchos los enseñó a pescar. Dos de ellos incluso ya han fallecido.Su compañero más cercano es un perro fiel que desde hace unos cinco años está a su lado. Lo llama Soto. No se separa de su pie.

En medio de la conversación reaparecen recuerdos de su juventud y de la Guerra Civil, que le marcó para siempre: “Sólo he salido de la Isla para ir al cuartel, en donde pasé cuatro años de guerra y otros cuatro de paz. La guerra me dio mucha pena, porque hubo mucha gente muerta, pero cuando había que disparar, había que hacerlo, no podías echarte para atrás”. Una y otra vez menciona ese recuerdo y habla de sus hazañas de recluta en el cuartel, en una época en la que “se daba leña”.

Insistimos en su sabiduría pesquera: ¿Es usted experto en capturar viejas? Algo más modesto responde: “Es cuestión de práctica, hace falta mucha paciencia, poquito a poco, aguantando, cuanto más rápido más correrá ella, hay que engañarla poco a poco, hasta que se quede”.

Tiene su truco, “engodar el agua con erizos machacados para que los peces aparezcan. Aunque ahora, ni con los erizos; ya no hay pescado”.

Para despedirse se anima a cantar un punto cubano (su raíz tijarafera lo delata). Al terminar preguta: “¿Y tú no cantas?”.Ante una respuesta negativa apunta: “Eso nace con las personas, unos cantamos mejor y otros cantan peor.

Yo tenía una amigo en Garafía que se llamaba Eremiot  y que cantaba muy bien. Él también falleció”.

NOTA: PUBLICADO EN EL DIA EL 18 DE MARZO DE 2.007 
 

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