domingo, 27 de marzo de 2011

Las maniobras de la tragedia

POR ELOY VERAPUERTO DEL ROSARIO. A punto de celebrarse el 37º aniversario del accidente aéreo de Tefía, en Puerto del Rosario, testigos de la tragedia recuerdan cómo el fuerte viento arrastró varios.

                                    ABC Imagen del monumento en homenaje a los 13 paracaidistas muertos el 11 de abril de 1972 en Fuerteventura

 

A punto de celebrarse el 37º aniversario del accidente aéreo de Tefía, en Puerto del Rosario, testigos de la tragedia recuerdan cómo el fuerte viento arrastró varios kilómetros a los paracaidistas hasta estallarse contra el llano de La Laguna. Las maniobras Maxorata-72 se saldaron con la muerte de 13 miembros de la Brigada de Paracaidistas del Ejército del Aire y con medio centenar de heridos.
La mañana del 11 de abril de 1972 pretendía convertir a Tefía en un improvisado campo de batalla con motivo de la operación Maxorata-72. Con anterioridad, cinco aviones DC3 con noventa paracaidistas a bordo habían salido de la base aérea de Gando rumbo al llano de La Laguna. Tras tirarse varios paracaidistas, una fuerte racha de viento empezó a azotar la zona. El temporal arrastró varios kilómetros a los militares hasta estallarlos contra las paredes. Dos sargentos y once soldados perdieron la vida y 56 resultaron gravemente heridos.
A Fernando Peña la tragedia le sorprendió cuidando unas ovejas en la zona de La Laguna. Recuerda para ABC cómo cogió al primero que cayó y gracias a una navaja pudo cortarle los hilos del paracaídas y salvarle la vida. «La sangre me impresionó mucho y ver cómo iban cayendo y siendo arrastrados por el viento. Se estallaban contra las paredes de piedra y otros ya muertos se quedaban colgados en las ramas de las higueras», comenta Peña.
«Cada vez había más viento y seguían cayendo. Pude salvar a dos. El tercero me dijo que no le cogiera porque estaba totalmente destrozado. A otros les limpiábamos la boca y mis sobrinos les daban café y leche. Fue todo muy triste», asegura el ganadero.
Hace unos meses, Fernando recibió en su casa de La Laguna una visita. 37 años después, uno de aquellos paracaidistas se trasladó hasta Fuerteventura para darle las gracias por haberle salvado la vida.
«Fue terrible»
«Ese día Tefía olía a sangre», recuerda Gerardo Jorge, corresponsal durante décadas de Televisión Española en Fuerteventura.
Acompañado del operador de cámara Antonio Santana siguió desde el puesto de mando las maniobras en la que participaban alrededor de cinco mil hombres de los ejércitos de tierra, mar y aire.
«Mientras estábamos en el puesto de mando pude escuchar decir a un capitán general cómo preguntaba al comandante de la Brigada de Paracaidistas si se podían tirar los soldados con el fuerte viento existente y éste le comentaba que sus hombres estaban preparados para morir. Fue terrible», apunta el periodista.
La censura impidió el trabajo de Gerardo Jorge, del cámara y de un fotógrafo que cubrían las maniobras. El material audiovisual y fotográfico fue requisado y velado por parte de los altos cargos militares. Las familias de las víctimas en Gran Canaria tardaron en conocer la magnitud de la noticia.
«El Capitán General Sánchez Galiano me llamó para controlar la información que iba a dar. Pero decidí que para decir mentiras, no hablo y me fui a mi casa. Fue muy frustrante como periodista no poder informar a las madres de las víctimas de lo que estaba pasando», aclara Jorge. «Pero lo más dramático fue el silencio que imperaba en la zona. No se oyó ni un solo quejido», agrega el periodista.
Sin ambulancias
En 1972, la clínica Nuestra Señora de la Peña en la capital de la isla sirvió para prestar las primeras atenciones sanitarias a los más de cincuenta heridos del accidente. Los médicos Guillermo Sánchez, Arístides Hernández y el ginecólogo Santiago Santander, únicos facultativos en ese momento en la isla, trabajaron durante más de seis horas con los accidentados que llegaban en coches particulares, taxis y pequeños camiones desde Tefía. La ayuda de los vecinos para transportar a las víctimas fue crucial en una isla en donde aún no había ambulancias
«A las ocho de la mañana nos avisaron a la clínica para que estuviéramos preparados para atender a las víctimas. Llegaban en muy mal estado. Los íbamos separando por orden de gravedad. No teníamos sangre ni plasma, les poníamos un suero y los evacuábamos hacia Las Palmas», apunta Arístides Hernández, quien fue durante décadas el único médico de la isla.
«Triunfo o muerte»
Aún se emociona cuando recuerda que uno de los heridos le enseñó una foto mientras le cosía para que lo dejara lo más parecido al muchacho de la foto. «Fue dantesco, pero toda la isla se volcó con las víctimas».
Desde entonces, cada 11 de abril, miembros de la Brigada de Paracaidistas se reúnen en la zona del Alto, en Tefía, para honrar a los caídos. El monumento con el nombre de los 13 fallecidos y una escultura con una inscripción en la que se puede leer «triunfo o muerte» son los únicos vestigios que quedan de la dramática tragedia militar.
 

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