jueves, 23 de junio de 2011

UNOS 300 PESCADORES CANARIOS SE FUGARON A PORT ETIENNE DURANTE LA GUERRA CIVIL

África también fue lugar de exilio para miles de españoles durante la Guerra Civil. GuinGuinBali inicia una serie para contarte esta parte de la historia, menos conocida que otras. Comenzamos con los 300 pescadores canarios que se fugaron a Port-Etienne en 1937 creando un problema entre Francia y España, reportaje elaborado a partir de informes secretos del Archivo del África Occidental Francesa, con sede en Dakar.

                                                                      Port-Etienne

“El 1 de enero de 1937, nueve españoles que habían huído por motivos políticos de Las Palmas a bordo del velero Añaza que ellos mismos habían capturado, desembarcaron en Port-Etienne y se pusieron bajo la protección francesa. Interrogados, después de haber sido desarmados, fueron dejados en libertad por el capitán Vest, bajo la premisa de una completa neutralidad política”.

Este párrafo, extraído de un informe confidencial remitido por el Gobernador General del África Occidental Francesa al Ministro de las Colonias francés en 1937, es sólo una muestra de la gran cantidad de españoles, la mayoría canarios y muchos de ellos pescadores, que se fugaron a las colonias francesas en África durante la Guerra Civil Española, uno de los aspectos menos conocidos y estudiados de las consecuencias que tuvo este conflicto en las Islas Canarias y que muestra los difíciles equilibrios que tuvieron que mantener la España franquista y la Francia republicana a lo largo de sus fronteras coloniales en el continente africano.

Port-Etienne (la actual Nouadhibou) era por aquel entonces un curioso enclave. Bajo dominio francés, estaba situado muy próximo al puesto militar español de La Güera, en el Sahara Occidental. De hecho, soldados españoles, funcionarios franceses, comerciantes canarios, colonos en general, y la población autóctona perteneciente a las tribus maures mantenían muchos contactos a un lado y al otro de la frontera. Además, en sus aguas faenaban durante muchos meses al año decenas de pesqueros venidos desde el Archipiélago canario, en concreto, de la isla de Lanzarote.

Por todo ello, Port-Etienne fue uno de los destinos preferidos por los españoles para escapar de la opresión del recién estrenado régimen franquista. Y es que el incidente del velero Añaza no fue el único. Otro informe fechado el 6 de agosto de 1937 en Saint Louis (la actual Senegal) y firmado por el administrador en jefe de las colonias francesas, Henri Carbou, bajo el título “Refugiados españoles en Port Etienne”, al que ha tenido acceso en exclusiva Guinguinbali.com, recoge los detalles de todo este trasiego.

Según Carbou, los nueve refugiados del Añaza fueron trasladados a Dakar el 13 de febrero en el vapor Lorient y fue el único grupo que no tuvo que ser alimentado por las autoridades durante su estancia en Port-Etienne. A ellos se unió el patrón de la goleta Taburiente, Juan Ramírez Sosa. Poco después le tocó el turno a un grupo de 41 pescadores canarios, que, tras abandonar sus barcos, y refugiarse en tierra firme, fueron trasladados a Dakar en el vapor Oued Fes el 19 de mayo de 1937.

Una semana después correrían igual suerte otros 28 pescadores, llevados a la actual capital senegalesa en el vapor Agen, aunque la huída más numerosa la protagonizaron 201 pescadores, todos ellos canarios, que fueron evacuados el 10 de julio a la ciudad de Casablanca por el barco de transporte Golo, de la Marina Nacional Francesa. Pocos días más tarde, otros diez pescadores de las Islas fueron también llevados a Dakar.

En total, Carbou recoge en su informe que nada menos que 290 españoles, de los que 280 eran trabajadores isleños que faenaban en aguas francesas por aquel entonces, decidieron pasar a lado francés. ¿Los motivos? Carbou también los deja claros: “Razones de orden político”. Vale la pena transcribir el siguiente párrafo de forma íntegra.

“La flotilla de pesca venida desde Canarias consta aproximadamente de 800 pescadores, contratados por armadores canarios, en ejecución de los contratos firmados por ellos con la SIGP (Sociedad Industrial de Gran Pesca) de Port Etienne. Estos pescadores son gente pobre, así que su nivel de vida es muy bajo. En principio, la mitad del producto neto de la pesca les corresponde, lo que supone, para cada pescador, una mensualidad aproximada de 125 pesetas (250 francos, en cifras redondas). La mayoría de ellos son analfabetos. Naturalmente, casi todos son de izquierdas. En el fondo de sus corazones, odian a Franco. El régimen militar y policial que existe actualmente en las Islas Canarias no es agradable para los inconformistas y es esto lo que explica que la mayor parte de los 800 pescadores canarios expresen abiertamente opiniones hostiles contra el Gobierno de Valencia. No pueden hacer otra cosa”.

A juicio de Carbou, los motivos de tanta huída son “sus ideas políticas, el miedo a sufrir represalias a causa de denuncias tras su regreso a Canarias y, en algunos casos, el deseo de no ser alistados en un bando o en otro y de esperar a que acabe la Guerra Civil”. Durante su estancia en Port-Etienne, el Gobierno francés alimentó a cada uno con 200 gramos de arroz, 200 de gofio, 100 de aceite, 80 de azúcar, 200 de papas, 5 litros de agua dulce y sal “a discreción”.

Este informe asegura que la extraordinaria abundancia de pescado en la Bahía del Galgo, donde se encuentra la ciudad de Port-Etienne, garantizaba, unido a todo lo dicho, una alimentación suficiente. “Debo precisar que, en ningún momento, los refugiados españoles han sido mal tratados”, concluye Carbou. Precisamente este recibimiento amistoso de los franceses a los exiliados españoles puso en aprietos a la posición oficial de neutralidad francesa en la Guerra Civil y generó bastantes tensiones, en concreto con el comandante militar de La Güera, al que se cita como capitán Guzmán.
EL CAPITÁN GUZMÁN

Este militar español, canario para más señas, es calificado en los informes franceses como “desconfiado, bruto y amenazador”, así como maleducado. Uno de los momentos más complicados se vivió el 2 de abril de 1937, cuando Fidel Cabrera, un soldado español destinado en La Güera, decidió desertar y pasar a Port-Etienne, donde fue acogido por el jefe militar francés. Al poco de su llegada, un suboficial enviado por Guzmán se presentó allí para llevárselo consigo, lo que fue impedido por los franceses.

Sin embargo, la cosa se complicó cuando, ese mismo día y ante el éxito de Cabrera, otros seis soldados españoles deciden fugarse también y tienen un enfrentamiento a tiros con varios soldados maures del puesto de La Güera. Uno de los desertores logra escapar y es el propio capitán Guzmán quien acude a detenerlo hasta el lado francés, desagradable incidente que motivó una investigación ordenada desde París.

Uno de los pocos historiadores que se ha preocupado por este tema es el grancanario Sergio Millares Cantero. En el número 12 de la revista Canarii, Millares revela que en los archivos de la CNT hay una información respecto a una estrategia sindical de fugas de pescadores canarios aprovechando los viajes al banco pesquero sahariano. Sin embargo, el historiador se inclina, más bien, por “un continuo goteo de fugas que tenían más carácter de espontáneas que dirigidas por un supuesto entramado sindical que operaba en el interior”.

Aunque el destino de estos 290 exiliados fue muy variado, sí se sabe, gracias a los archivos de la CNT, que algunos de ellos se trasladaron desde África hasta Valencia, como es el caso del militante anarcosindicalista Eduardo Romero Gutiérrez, que había desertado con su padre y otros dos compañeros en Port-Etienne, según explica Sergio Millares.
 
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Fuente imagen;famouswonders.com

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