martes, 13 de septiembre de 2011

Rafael murió en Filipinas

Los supervivientes. Los 33 militares llamados los últimos de Filipinas que resis
(Foto: C7)

Los supervivientes. Los 33 militares llamados los últimos de Filipinas que resistieron el asedio de la iglesia de Baler, entre ellos Eustaquio Gopar.

El azar reunió en 1898 a dos majoreros en la última colonia española en el Pacífico: Eustaquio Gopar (Tuineje, 1866-1963) y Rafael Alonso Mederos (Villaverde, 1877-Baler, 1898). El primero sobrevivió al horror de ser los últimos de Filipinas y recibió honores, homenajes y calle. El segundo murió sin un reconocimiento, que vuelve a pedir un descendiente.

Un lugar en la historia que no sea más allá del mausoleo común del cementerio madrileño de La Almudena, una calle para recordar su muerte en 1898 en el último bastión español en el Pacífico, un monumento que recuerde que Rafael Alonso Mederos (Villaverde, 1877-Baler, 1898) fue el otro majorero de los llamados los últimos de Filipinas. Algo que no sea más allá de dos líneas de la historia militar sobre el ocaso del imperio español.

Es lo que demanda de nuevo otro descendiente del majorero de Villaverde que se llevaron de Fuerteventura para morir en la guerra de Filipinas. En esta ocasión es Aurelio Ortega Rodríguez, su sobrino bisnieto. La reivindicación de este familiar se une a la lanzada hace años por Rafael Alonso Ramírez, sobrino del joven muerto con 21 años de beri-beri en la iglesia de Baler.

El olvido para Alonso Mederos contrasta con los reconocimientos y honores del otro majorero que también participó en la misma guerra y sí sobrevivió al sitio de Baler: Eustaquio Gopar (Tuineje, 1866-1963). «Que ocupe su puesto también en la historia de Fuerteventura y de La Oliva, que se lo merece. Hay calles en el municipio con nombres de personas que no han hecho ni la cuarta parte que Rafael», defiende Aurelio Ortega.

El azar, que es un viento veleidoso, quiso que dos majoreros fueran a parar al infierno del sitio de Baler. El mismo que mató al soldadito de Villaverde el 8 de diciembre, dos días antes de que España firmara en París la cesión de sus colonias a Estados Unidos, entre ellas Filipinas. En una carta que conserva su sobrino Rafael Alonso Ramírez, Eustaquio Gopar relata a la familia del joven que, como era además día de la patrona de la Infantería española, se mandó «a hacer buñuelos y café para la tropa, dándoles además una lata de sardinas por individuo (..) También se rezó por el descanso del alma del fallecido».

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=229069

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